Se decía que en ese lugar se habían dado tremendos duelos que conmovieron a los amantes del arte de “Cuchares”
Chihuahua.- En la crónica titulada “Santa Rita, primera plaza de toros formal en Chihuahua” hacíamos un repaso de los primeros intentos que se hicieron en San Francisco de Cuéllar y San Felipe del Real por brindar un espectáculo taurino a la escasa población existente a principios y finales del siglo XVIII y durante el XIX, hasta llegar a la primera plaza formal para darle continuidad a la celebración de la fiesta brava, la cual mencioné en la primer línea de este párrafo, la cual estaría ubicada entre las calles 4ª y 6ª entre la Mina e Irigoyen, hecha con materiales más resistentes que las anteriores de su época, ya que antes de esto eran tan sólo ruedos improvisados, hechos con gradas de madera o simplemente con la gente de pie. En cambio, la Santa Rita sería construida con adobe y forros de cantera que abarcarían toda una manzana.
Era una plaza construida con toda la mano, con el fin de organizar buenas corridas de toros, se decía que en ese lugar se habían dado tremendos duelos que conmovieron a los amantes del arte de “Cuchares” y algunos comentaban que había quedado muy grande el ruedo, contando con doble anillo por donde desfilaron algunas personalidades, vamos, novilleros y figuras consagradas donde se derramaría mucha sangre torera, ante los gritos de cientos que llegaron a divertirse en cada faena.
A esa plaza fueron llevados toros de diversas ganaderías de distintas partes del Estado como de Bachimba, San Diego de Alcalá, San Diego del Monte y sin faltar el ganado del prominente don Luis Terrazas, los cuales muchos de estos después de las terribles faenas, eran llevados al rastro para ser destazados sin orejas o colas, éstas últimas eran los “trofeos” que se ganaban los “arquelínes” de seda y oro por el desempeño valiente en el ruedo. Toros de “casta”, no le pedían nada a ganaderías de otras partes del mundo. ¡Sí! en Chihuahua también se tenía de lo mejor, decían los diferentes ganaderos.
Por la ‘Santa Rita’ pasarían grandes personalidades de la época, como la “Cuartilla Juvenil Mexicana” que formó al banderillero español Saturnino Frutos el “Ojitos” y en la que figuraron como matadores Samuel Solís, Pascual Bueno y Rodolfo Gaona. El tal “Ojitos” era subalterno de las órdenes de Rafael Molina “Lagartijo” y la buena escuela de Califa de León, que gracias a las enseñanzas de él que lo encauzaría impartiéndole sabios consejos que supo asimilar Gaona, los que a la postre lo llevarían a ocupar el envidiable sitio de “figura de toreo”. También, quienes actuaron en ese gran “coso” fueron los hispanos Antonio Boto “Regaterín”, Toño Ordaz “Morito” y los hermanos José y Manuel Corzo, éste último llevaría el mote de “Corzito”, gracias a los buenos consejos y la amplia disciplina que don Miguel Ruiz el llamado “Tremendo” había dejado en los hermanos Corzo. Sin embargo, sabemos que lo que comienza también termina, el edificio de la Santa Rita, empezaría a deteriorarse con el tiempo por la falta de uso, lo cual recordamos que estaba ubicada en las calles 4ª y Mina, Sexta e Irigoyen. Este edificio pasaría al Ayuntamiento en 1868, siendo desamortizada por Francisco Espinoza. Para 1882, pasaría a manos de Manuel Altamirano, posteriormente de Carlos Ptacknic y finalmente de David S. Russek y compañía, este último prefirió lotificar el terreno y venderlo para la construcción de viviendas por lo que automáticamente la antigua plaza de toros sería demolida en el otoño de 1937, cuando muchos de los recuerdos que se fueron gravando a lo largo de décadas, quedaron sepultados definitivamente en el montón de escombros que se utilizaron para rellenar y aplanar el terreno que sería destinado para la edificiación de casas.
Después de haber sido derruida una de las plazas que marcaron historia en la ciudad de Chihuahua, la “Santa Rita”, la capital del Estado se quedaría sin el espectáculo de la fiesta brava, algunos con la boina “españolada” y con el puro en la boca comentaban en las barras de las cantinas acerca de la negativa decisión de don David S. Russek de demolerla: “La verdad es muy mala puntada de ese tal Russek y sus amigos de haber destruido la única diversión real que teníamos en esta paupérrima ciudad, pues sólo nos va quedar seguir chupando, chupando tesgüino y matar coyotes en el monte”. La gente estaba indignada pero tenía que resignarse porque en el horizonte sólo se divisaba aburrimiento y monotonía, sin embargo, las esperanzas no estaban totalmente muertas, porque pasarían cinco años después de haber sido eliminada del mapa a la “Santa Rita” que como parte de la ley de la vida: “Una cosa muere y otra nace”. Sí, los ánimos volverían a revivir y los fanáticos de los toros comentarían entusiasmados otra vez: “La esperanza nunca muere”. Y ya para enero de 1940, año de mucha sequía en Chihuahua, salía a la escena pública otro hombre prominente de Chihuahua, era don Tomás Valles Vivar, con un costal de buenos deseos y sobre todo los recursos necesarios, se aventuraría a construir un santuario taurino, bueno, no tan exagerado que sería una buena opción para los tristes aficionados. Don Tomás Valles conocido y prominente empresario nacería en ciudad Camargo, Chihuahua, el 31 de octubre de 1900 y desde joven, sería una persona muy inquieta ya que a temprana ocuparía el cargo de tesorero general del Estado, función que desempeñaría entre 1940 a 1944 para luego ocupar el cargo de tesorero general de Ferrocarriles Nacionales de México; fue electo diputado federal y durante la gestión del presidente Ruiz Cortines lo designarían gerente general de Ceimsa que después se llamaría Conasupo; embajador plenipotenciario de México en Europa con sede en Portugal. Fue senador por el Estado de Chihuahua y empresario taurino de la Plaza México y de la plaza de toros “Chihuahua” a la cual estamos haciendo referencia en esta crónica. Fallecería el 7 de abril de 1989 dejando a sus hijos la “Fundación Cultural Tomás Valles Vivar” que cada año otorgaba un premio a tres chihuahuenses cuya obra era sobresaliente.
La plaza estaría ubicada entre la avenida del Árbol hoy Niños Héroes y calle Camargo (actualmente Hotel Tierra Blanca y donde alguna vez la sala de cine Anthony Quinn. Tal vez no era igual que la “Santa Rita” pero las nuevas instalaciones le darían un alivio a los amantes de los toros y de las novilladas. Sus gradas construidas de madera como en los tiempos de la prehistoria de forma como los hacen en los ranchos para el jaripeo, estaban rodeada de una barda de adobe sin engarrar, muy rústica pero no había de otra. Las calles alrededor de la nueva plaza estaban sin pavimentar, lo que hacía que la gente tuviera que aguantar las polvaredas y el quemante sol desértico de Chihuahua, sin embargo, esa pequeña plaza la bautizarían con el nombre de “Chihuahua”, donde desfilarían algunas figuras de la talla de Fermín Espinosa “Armillita” considerado por todos como el “Maestro de maestros”, que con sólo pasearse por el centro del ruedo, era vitoreado con fuerza. Otro de los grandes que hicieron vibrar a la “Chihuahua” fue el regiomontano don Lorenzo Garza, Silverio Pérez, Andrés Blando “Calesero”, Luis Procuna, Eduardo Solórzano, Pepe Ortiz; la singular rejoneadora Conchita Cintrón y Manuel Gutiérrez, “Espartero” que en algunas ocasiones, formaron parte del cartel de inauguración y de otras corridas posteriores. Por esa época no faltaría la gente joven que amaban a los toros por lo que el chihuahuense Ramón Ortega, se iniciaba en esta profesión que en algunas ocasiones, tomaría la alternativa de matador, dándosele la oportunidad para que apareciera en la plaza “Chihuahua”.
De la “Santa Rita” a la plaza de toros Chihuahua, forman parte de los Archivos Perdidos de las Crónicas de mis Recuerdos. Si desea los libros de la colección de los Archivos Perdidos, tomos del I al IX, adquiéralos en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No. 111); La Luz del Día (Blas Cano De Los Ríos 401, San Felipe) y Bodega de Libros. Además, tres libros sobre “Historia del Colegio Palmore”, adquiéralos sólo en Colegio Palmore y al celular 614-148-85-03 que con gusto se los llevamos a domicilio.
Fuentes: Diccionario Historia, Geografía y Biografía de Chihuahua. Fco. R. Almada, 1968. Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua. Foto don Tomás Valles Vivar, Mediateca INAH. Rincón Taurino de don Raúl Contreras “Finito”, propiedad de Armandino Durán Morales. Don Alberto Contreras “El Ronco” Para consultar otras crónicas, la dirección electrónica: https://cse.google.com/cse?cx=005609530 166656930428%3Acaf9nj5edyu&ie=utf-8&q=cr%c3%b3nicas+de+mis+recuerdos
FUENTE: El Diario de Chihuahua
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