Traficantes de personas han logrado traspasar la valla fronteriza con sierras eléctricas
Muros de concreto de cerca de un metro de altura han sido colocados los últimos días como base al muro metálico fronterizo entre Juárez y El Paso por las autoridades estadounidenses.
De acuerdo con el archivo periodístico, traficantes de personas (también conocidos como “polleros” o “coyotes”) han logrado traspasar el muro fronterizo cortando con sierras eléctricas el muro en distintos puntos entre México y Estados Unidos. A inicios de diciembre, un caso fue reportado en Lukeville, Arizona, a plena luz del día.
Las autoridades estadounidenses han optado por colocar las pesadas barreras, que hasta el momento han llegado al Parque de las Tortugas, por el bulevar Bernardo Norzagaray cruce con calle Cloro, de Ciudad Juárez.
Además, se han reforzado las concertinas y mallas situadas en la rivera del río Bravo del lado paseño para desalentar el cruce de personas por puntos como los marcadores (o puertas) del muro.
En el marcador 36, el tránsito de personas en contexto de movilidad se vio reducido ayer, en comparación con días anteriores. Apenas un aproximado de 50 personas hacían filas para esperar a ser procesados por la Patrulla Fronteriza, cuando, por ejemplo, el sábado, había más de 150.
La zona, en el lado juarense, se veía desolada, sin la presencia en esta ocasión de unidades del Instituto Nacional de Migración, de la Guardia Nacional o de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM).
Sin embargo, en el trayecto al punto también hubo menor presencia de personas con intención de cruzar a Estados Unidos, que rondan las aceras del bulevar Juan Pablo II en espera de que se despeje el bordo de las autoridades mexicanas.
Entre los pocos que sí cruzaron ayer estaba una mujer y un niño pequeño que la acompañaba, que no quisieron mediar palabra, pero que se veían nerviosos por cruzar el río.
Dos mujeres venezolanas que tenían seis meses en Juárez la tranquilizaron. “No vas a nadar, vas a caminar. Si no sabes nadar no pasa nada”, le decían para calmarla.
Ellas también decidieron cruzar, tras el semestre en esta frontera, porque se habían cansado de esperar y porque amigos suyos que ya lograron cruzar las alentaron a atravesar el cauce del Bravo, según contaron.
Poco tiempo después les siguieron cuatro personas entre 22 y 23 años, nicaragüenses, que dijeron que buscaban tanto oportunidades en Estados Unidos para trabajar, como un escape de la delincuencia que se vive en su país, que “a los que más afecta es a los jóvenes”.
“Sin miedo, perro. No está hondo”, dijo el que iba al frente ya con el agua negra del río al ombligo.
Más historias
Nearshoring ha impulsado más del 12% de la creación de empleos en el norte y centro del país
Indemnizarán a militares que sufran percance en labores
ISSSTE ofrece 10 mil mdp al Fondo Semilla para pensionados