Todavía quedan en el centro de la ciudad de Chihuahua, algunos vestigios de construcciones que en su tiempo formaron parte de la fisonomía citadina, otros han sido arrasados a pesar de que en su momento estaban clasificados como edificios históricos y que, haciendo caso omiso de los expertos en la materia, los políticos empezaron a darse a la tarea de acabar con todo lo que estorbaba para hacer de esta ciudad un lugar más moderno. Varias casas que todavía existen, datan del siglo XIX y otras de principios del XX, pero como aquí no se respeta nada, pues ya están algunas en el archivo de los olvidados y otras luchan por sobrevivir en los libros del maestro Almada y en el archivo del profe Beltrán.
Llama la atención una construcción que se encuentra como fachada de un banco citadino, entre la calle Manuel Doblado y la avenida Independencia, que refleja el rostro decaído y “mugriento” de una época que ya paso; de aquellos tiempos de esplendor, donde todo era diferente. Sí, ahí está como mudo testigo de muchas épocas donde se “guardaban” a los malandros, borrachines, escandalosos y pillos que molestaban a la precaria población de Chihuahua. Hoy en día, miles de personas pasan por ahí sin saber cual fue el origen y que función tuvo ese edificio que está de fachada a una casa financiera. ¿Quién vivió ahí?, ¿qué albergó ese edificio?, ¿cuándo lo construyeron? ¿por qué no lo acabaron de tirar?, y un sin fin más de cuestionamientos que todos nosotros en su momento, nos hemos preguntado al recorrerlo que queda de él. Pues antes de contestar todas estas preguntas, cabe recordar que las ciudades y pueblos, siempre han requerido de la fuerza de seguridad para resguardar la integridad física y material de sus habitantes, vigilando a cada momento, los movimientos de pillos y malandros que quieran pasarse de listos.
Fue entonces que, en el Chihuahua del siglo XIX, siendo Gobernador del estado, el señor don Carlos Fuero, señalaba la necesidad que se tenía en la comunidad, de establecer zonas o demarcaciones policíacas que ayudaran a proteger más a la población. Fue entonces que en 1885 se inicia dicho programa, lo que ayudó de manera importante para que los ciudadanos estuvieran más seguros.
Sin embargo, en la medida que la ciudad crecía, este programa empezaría a quedar obsoleto. Para ese entonces, se requería también un centro de operaciones donde se tuviera la cárcel municipal y la sede de la policía. De esta manera, se escogió una parte de las antiguas instalaciones de la presidencia municipal, ahí en el edificio que era llamado “Los Arcos de la Jefatura”, que contaba con 13 arcos y ocupaba el mismo terreno donde actualmente se encuentra el ayuntamiento de Chihuahua, enfrente de la Plaza de Armas. Sin embargo, era poco incómodo el lugar, ya que las personas que tenían que arreglar asuntos a la presidencia, tenían que ver espectáculos poco agradables e incluso no tan morales ya que, estando la cárcel pública en el mismo edificio, las escenas de “borrachines” o “escandalosos”, de “pelioneros” y “meretrices” a la vista de niños y adultos,no era nada agradable.
Por lo anterior, las autoridades estaban preocupadas en resolver esta problemática, pues la población con justa razón no toleraba esos “espectáculos” callejeros que hacían algunos que querían ingresar al hotel más “cotizado” por la delincuencia. Por otro lado, era necesario contar con un lugar más grande que diera respuesta a la creciente demanda de“pillos” que caían de día y de noche “violentando la ley”.Pasarían los años y no fue hasta inicios del siglo XX, cuando el director de las obras públicas municipales el ingeniero Enrique Esperón, un hombre muy famoso, pues a él se le atribuyen algunas obras antiguas de la ciudad, se puso a chambear en un proyecto que estaría enfocado a la construcción de un lugar destinado para ser la nueva Comisaría Central de Policía.
Ya concluido el proyecto y con el dinero en la “bolsa”, la autoridad municipal emprendía los trabajos del nuevo hotel de la delincuencia, colocando la primera piedra el 25 de marzo de 1905 por el entonces gobernador Enrique C. Creel. Los trabajos fueron lentos, pero a paso firme, pues con lo que más se tardaron era el darle el toque arquitectónico para que los “malandros”, se sintieran como en un palacio. Un año tardaría la construcción de este edificio, el cual, fue inaugurado el 21 de marzo de 1906, precisamente en las fiestas del Benemérito de las Américas.Al final de la obra, se sacaban cálculos de casa peso invertido, llegando a la módica cantidad de casi 100 mil pesos que se encargaría de pagar la mismísima administración municipal.
Su ubicación definitiva sería en las calles Doblado e Independencia o Doblado y Segunda en los terrenos donde antiguamente guardaban especies equinas que, recogían o tenían retenidas por parte de la presidencia municipal (bueno, se trataba de otro tipo de detenidos). Esta comisaría estaría compuesta de varias secciones, la oficina del comandante en jefe, cárcel correccional, separos, barandilla, cuerpo de bomberos y las comisiones de seguridad.Para 1910, los ambientes revolucionarios en la capital se dejaban escuchar y el ayuntamiento aún con la amenaza en puerta, nombraría a Rodolfo Urdapilleta, como Inspector general de policía durante el régimen del temido Francisco Villa. Años pasaríany en 1915 al inicio del ocaso de la influencia villista, se suprimió el citado cargo hasta 1917 que volvió nuevamente a ser vigente, tomando las riendas del mismo el coronel Juan Gualberto Amaya, durante la gubernatura provisional del general Arnulfo González.Tres décadas después, se empezaron a establecer comisarías a lo largo de la ciudad, entre las que se encontraban en las colonias Industrial, Ávalos, Santo Niño, Barrio San Pedro y algunas en el centro.
El asunto de la nueva comisaría empezó muy bien, sin embargo, al pasar los meses y los años, las condiciones del edificio se fueron deteriorando y aún con la modernidad de nuevos edificios en el centro de la ciudad, la comandancia empezaba a ser un foco de infección en plena arteria principal. A todos los que “la tira” agarraba en la calle por estar de escandalosos, indigentes, borrachines, pillos, estafadores, gritones, ladroncillos de barata y un montón de gente que caía por su mala conducta, se enfrentaba a las pestilentes instalaciones de la comisaría. A parte de que la comida era todo un menú de reyes a base de frijoles hechos directamente del costal, con agua no sededonde, los pobres internos empezaban a sufrir las de Caín al enfrentarse a la infrahumana vida dentro de la Comisaría de Policía.
Muchos a falta de una cama, se tenían que dormir en el piso y si era tiempo de frío, tenían que soportar la congeladora que aumentaba de intensidad en la medida que se hacía de noche. Pero, otro aspecto que también estaba al borde de la ignominia era, el servicio sanitario, pues prácticamente no existía y cada individuo tenía que hacer de sus necesidades en un rinconcito “del alma”. Que tragedia aún, cuando llegaba el verano, las lluvias, el calor, la falta de ventilación, hacía que las celdas del “hotel prisión” se vería invadido de montones de moscas que atacaban como insectos “carnívoros” a los pobres huéspedes. Cucarachas, escarabajos, arañas, pulgas, piojos y un montón de bichos más, eran los competidores número uno y los que aplicaban las torturas nocturnas a los pobres indigentes y habitantes de la pestilente cárcel municipal.
Siguió pasando el tiempo y la vida del edificio de la Comisaría llegaría a su fin. Entraba el año de 1948 y tomando en cuenta que esta construcción ya era un foco de infección a todas luces, pues las moscas no se quedaban dentro, sino que salían junto con el ejército de ratas, ratones y cucarachas a los alrededores de la cárcel, causando más temor que los mismísimos reos.Fue así que el entonces presidente municipal don Manuel Bernardo Aguirre, recolectando todas las quejas,tomó cartas del asunto, el cual, promovió y ofertó en subasta pública el “mugriento” edificio por la cantidad detrescientos mil pesos. Con el dinero de la venta del edificio, se destinó para la construcción de una nueva que se encontraría en las calles de Cuarta y Urquidi con el nombre de Comandancia de Policía, que fue inaugurado el 1 de enero de 1950 por el entonces gobernador Cipriano Arriola, en ocasión de la transmisión de los poderes municipales, al instalarse el ayuntamiento que presidió el Ing. Crisóforo Caballero B.
Actualmente después de la construcción de la comandancia de la zona norte, el edificio que todos conocíamos como la Comandancia, terminó su función. Hoy se encuentra albergando el Consejo de Urbanización Municipal (CUM) muy cerca del templo de la Soledad.Finalmente, hoy vemos una fachada que está deteriorada de lo que fuera la antigua Comisaría Central de Policía, sin mucha vigilancia y mantenimiento por parte del banco que le sirve de frente y donde transeúntes realizan sus necesidades fisiológicas o plasman algún recuerdo de amor. Lástima que el tiempo está condenando a desaparecer lo que queda de la antigua comisaría y que ojalá se rehabilitara para mostrar a los chihuahuenses un vestigio de la historia local.
El contenido de esta crónica es con fines de investigación, sin ánimo de lucro, por lo que no viola derechos de propiedad intelectual ni derechos conexos. “Antigua Comandancia de Policía en la Ciudad de Chihuahua (1906)”, forma parte de los Archivos Perdidos de las Crónicas de mis Recuerdos. Si desea la colección de libros “Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua”, tomos del I al XII adquiéralos en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No. 111) y Bodega de Libros. Si usted está interesado en los libros, mande un whatsaap al 614 148 85 03 y con gusto le brindamos información.
FUENTE: El Diario de Chihuahua
Más historias
Crisis de credibilidad: el Sindicato Alberto Juárez Blancas pierde fuerza en AUMA Chihuahua
Alexander Castillo Se Cuela la Medalla de las Gestiones de CTM
La Inquietante Ausencia de Greco en los Grupos de WhatsApp