Volteando a la época romántica del porfiriato en México, particularmente en Chihuahua y ante la llegada del festejo del aniversario “C” (100) de la Independencia de México, los preparativos para una verdadera fiesta nacional se estaba gestando desde el centro de la República, cuando los primeros días del mes de abril de 1907, don Porfirio Díaz Morí, presidente de México, iniciaría con uno de los grandes festejos recordando la gesta histórica encabezada por el Padre de la Patria, don Miguel Hidalgo y Costilla y donde también, comenzaría a inaugurarse por todo el país miles de obras que su gobierno había hecho a lo largo y ancho de la patria, ante una desigualdad profunda, la pobreza evidente, pero con un país fuerte económicamente y con un desarrollo que no había tenido desde hacía más de 100 años atrás.
Fue el 7 de abril de 1907, cuando se integraría la Comisión Nacional del Centenario de la Independencia que se encargaría de organizar los festejos conmemorativos del primer siglo del inicio de la guerra que haría de México, un país independiente de España. A lo largo de todo el país, las inauguraciones de obras y servicios públicos, serían integradas a estos festejos como testimonio de los logros del régimen porfirista, considerándose estas obras como representativas del grado de desarrollo alcanzado en el país, dentro de los campos de la salud, educación, equipamiento urbano y arquitectónico, mientras en el centro, particularmente en la Ciudad de México, se inauguraría el Manicomio General en la ex hacienda de “La Castañeda”, La Escuela Normal Primaria para maestros, el edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la ampliación de la penitenciaría, la Columna de la Independencia, el Hemiciclo a Juárez, las obras de aprovisionamiento de agua potable, el ensanche del desagüe del Valle de México, la Estación Sismológica Central, el Parque Balbuena y muchas obras más que fueron cambiando la arquitectura española de la conquista, por aquella de influencia francesa, favorita de don Porfirio; de la norteamericana o en general la europea, pero fundamentalmente la primera.
En cambio, en el norte de México específicamente en Chihuahua, no se quedaría atrás con las obras que se desarrollarían en esa época que se vio empañada con la llegada de la Revolución Mexicana. Obras que se comenzarían a construir a finales del Siglo XIX con la llegada del ferrocarril a estas tierras secas y arenosas que empezaría a detonar el desarrollo y progreso del Estado. Sin embargo, durante los primeros años del siglo XX, serían inauguradas y mostradas orgullosamente al general Porfirio Díaz durante su visita a nuestra ciudad en octubre de 1909 en un informe lujosamente empastado que se entregaría al sexagenario presidente, quedando de manifiesto que se vivía un nuevo espíritu modernizador que, parecía preludiar un muy distinto y mejor futuro para el país, lo que la ciudad y su arquitectura evidenciaban un nuevo espíritu donde la relación de todo esto, voltearía hacia las concepciones extranjeras que para expresarse, se empezarían a demoler antiguos edificios de la antigua ciudad española, para construir otros nuevos.
Así mismo, se empiezan abrir calles y ampliar callejones; el transporte y los medios de comunicación empezarían a cobran inusitada importancia; la fluidez en la utilización del suelo urbano, provocaría mayor rentabilidad y por ello, se convertiría en una fuente de cuantiosas ganancias ya que, a partir de ahí, nacería un floreciente mercado inmobiliario. La inquietud de algunos arquitectos del centro del país por encontrar un perfil arquitectónico y un organismo que plasmaran la modernidad nacional con el nuevo espíritu nacionalista más actual, se dio en muchas partes del país, estando incluido el estado de Chihuahua donde las familias adineradas recurrían de los servicios de arquitectos y profesionales de la construcción y con sus influencias extranjeras, eran capaces de diseñar y edificar nuevas ciudades de finales del porfiriato, donde el “boom” capitalista, requería la construcción de importantes, imponentes y complejos edificios que albergaran grandes almacenes comerciales, bancos, hoteles, actividades administrativas y gubernamentales, así como las casas habitación de las familias más adineradas e importantes económicamente hablando.
Estas nuevas construcciones, se levantaron en lugar de antiguos edificios coloniales que fueron sacrificados y eliminados en pos del progreso y la modernidad de la faz urbana, los cuales, formaban parte del Centro Histórico de la ciudad los cuales se ubicaban básicamente en torno a la Plaza de Armas, la Hidalgo y a lo largo de las calles Juárez, Libertad, Victoria y Aldama, edificios sólidos, dignos de excelente factura que utilizaban un lenguaje formal neoclásico que simultáneamente aparece como una nueva modalidad en las grandes residencias que rompían definitivamente con la unidad del estilo de la antigua ciudad española. Se trataba de grandes quintas que empezaban las cuales estaban bordeadas por nuevas avenidas, rodeadas de arboladas como el hermoso Paseo Bolívar, la avenida Juárez desde la plaza de San Francisco hasta la avenida Pacheco y la calzada de Nombre de Dios, son escenarios de este nuevo tipo de edificios.
Sin duda se empezaba a vivir una importante trasformación de cambios con la modernidad del país, sin embargo, aclaro, que esto no iba correlacionado con el progreso de un pueblo que estaba totalmente empobrecido y marginado de todo progreso, ya que como se mencionó antes, el capital estaba en manos de unas cuantas familias. Fuera de todos esos fenómenos sociales, no podemos dejar de reconocer que desde 1880 hasta antes de la Revolución en 1910, las grandes fincas se empezarían a construir en medio de terrenos rodeadas de exuberantes jardines que eran regados por las sequias o ramales del acueducto con aguas del bendito Chuvíscar. Jardines que mostraban majestuosamente la influencia del dinero y el poder, los cuales, se exhibían orgullosamente hacia la calle, separadas una de otra con techos en forma de “dos aguas” al estilo europeo, con miradores y torres cónicas o piramidales de muy variada ornamentación con materiales aparentes de piedra, ladrillo y madera. A esta corriente arquitectónica se le denominó “Campestre romántica”, la cual hacía referencia a su carácter de casa de campo, aunque se encontrara en la ciudad, con potencial influencia estadounidense en boga en el siglo XIX, incorporando rasgos de villas francesas, italianas, suizas mezclados con elementos del “Art Nouveau”.
Algunas construcciones que son parte de esa época son: el Palacio Municipal (1906), su inauguración fue el primero de abril de 1907 por el entonces gobernador Enrique C. Creel y por el Jefe político del Distrito de Iturbide, don José Asúnsulo; el Palacio Federal, cuya inauguración oficial se dio el 16 de septiembre de 1910 y presidida por el gobernador José María Sánchez en representación del presidente Porfirio Díaz; el Palacio de Gobierno, cuya inauguración sería el 1 de junio de 1892, estando presente el gobernador Lauro Carrillo; la Quinta Gameros, cuyo propietario fue el ingeniero don Manuel Gameros, terminada oficialmente en 1911; el Instituto Científico y Literario, que desde 1827 fue impulsado y conducido en sus primeros años por los sacerdotes Antonio Cipriano Irigoyen, José María Sánchez y Faustino Irigoyen; la Escuela Industrial para Señoritas, cuyas puertas serían abiertas el 14 de septiembre de 1895, inaugurada por el gobernador Miguel Ahumada; la Escuela de Artes y Oficios, su inauguración sería el 16 de septiembre de 1897 por el mismo gobernador Ahumada; la Escuela Normal del Estado, inaugurada el 6 de enero de 1906 por el gobierno de don Enrique Creel.
Otros edificios fueron: La Escuela Modelo No. 141, inaugurada el 7 de enero de 1907; la Escuela Oficial 225, antes Porfirio Díaz (hoy Museo Mamut), la cual sería inaugurada por el propio don Porfirio Díaz el 14 de octubre de 1909 en su última visita a Chihuahua; el Hospital Central, antes Hospital Porfirio Díaz, inaugurado en 1897 por el gobernador don Miguel Ahumada; El Teatro de los Héroes, inaugurado el 9 de septiembre de 1901, también por el coronel Miguel Ahumada; la Penitenciaría del Estado, fue inaugurada el 16 de septiembre de 1908 por el gobernador Enrique C. Creel; la Comisaría de Policía, concluida el 21 de marzo de 1906, quedando en la actualidad únicamente la fachada del edificio Banamex de la calle Doblado, en ocasión del aniversario del nacimiento don Benito Juárez; la Fundación de Ávalos de la poderosa empresa American Smelting and Reffining y cuyas funciones empezarían ya de manera formal el 1 de mayo de 1908.
El contenido de esta crónica es con fines de investigación, sin ánimo de lucro, por lo que no viola derechos de propiedad intelectual ni derechos conexos. “El Legado de la Época Porfirista en la Ciudad de Chihuahua” forma parte de los Archivos Perdidos de las Crónicas de mis Recuerdos. Si desea la colección de libros “Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua”, tomos del I al XII adquiéralos en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No. 111) y Bodega de Libros. Si usted está interesado en los libros, mande un whatsaap al 614 148 85 03 y con gusto le brindamos información.
Fuentes de Investigación:
Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua Tomos del I al XII
Fotos INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia).
Archivo Histórico del Municipio de Chihuahua.
Los Constructores de la Ciudad Moderna de Esther Enríquez Portillo (2004).
Guía Histórica de la Ciudad de Chihuahua, Francisco R. Almada (1986).
violioscar@gmail.com
FUENTE: El Diario de Chihuahua
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